La Eterna Ley de la Vida es:
“LO QUE TU PIENSES Y SIENTES LO TRAES A LA FORMA”
Donde está tu pensamiento allí estás tú. Lo que tú medites, en ello te
convertirás, ya que tú eres tu Conciencia
Ø
Los pensamientos no pueden
convertirse en cosas hasta que son revestidos con sentimientos.
Ø
El primer paso hacia el control de
uno mismo es el de aquietar toda actividad exterior, tanto de la mente
como del cuerpo. De quince a veinte minutos antes de recogerte a dormir, y por
la mañana antes de comenzar tu día, haciendo el ejercicio siguiente, hace
prodigios para todo el que haga el esfuerzo necesario.
Ø
El segundo paso es asegurarse de no
ser perturbados y después de haber tranquilizado y estar muy quietos,
visualizar y sentir el cuerpo en una Luz radiante, blanca. En los
primeros cinco minutos mientras se visualiza este cuadro, sentir
intensamente la conexión entre el ser exterior y el Magno Dios Interno,
enfocando la atención en el corazón y visualizándolo como un Sol Dorado.
Ø
El tercer paso es el reconocimiento:
“YO ACEPTO GOZOSO LA PLENITUD DE MI
MAGNA PRESENCIA DE DIOS, EL CRISTO PURO”. Siente el gran brillo de la
Luz e intensifícala en cada célula de tu cuerpo durante unos diez minutos más.
Ø
Ahora cierra la meditación
ordenando: “YO SOY HIJO DE LA LUZ, AMO
LA LUZ, VIVO EN LA LUZ, SOY PROTEGIDO, ILUMINADO, PROVISTO Y MANTENIDO POR LA
LUZ Y BENDIGO LA LUZ”.
Ø
Recuerda siempre que uno se
convierte, se transforma en aquello que medita, y puesto que de la Luz salimos,
la Luz es suprema perfección y el control de todas las cosas.
Ø
La Contemplación y Adoración de la
Luz obliga la iluminación en la mente, salud y fuerza en el cuerpo, paz, armonía
y éxito en los asuntos de cada individuo que lo haga realmente y lo continúe.